¿Cómo hacer una emisión en la Bolsa de Valores de El Salvador?

El mercado primario de la Bolsa de Valores de El Salvador (BVES) registró un total de $413.2 millones en emisiones durante el año 2015. De los cuales $292.5 fueron del sector privado y $120.7 millones del sector público, que no requieren registrarse en la BVES, sino que se colocan directamente, en esta oportunidad analizaremos el procedimiento que siguen las empresas para emitir valores en dicha bolsa.

¿Cuál es el paso a paso que deben seguir las empresas para lograr una emisión exitosa?
El proceso bien puede simplificarse en seis pasos a seguir de acuerdo con la Ley del Mercado de Valores. Dicha legislación ha sufrido reformas para hacer más expedito el proceso para que los emisores tengan en sus manos la liquidez deseada.
El primer gran paso de un potencial emisor es buscar una casa corredora o a una titularizadora, según sea el tipo de valor que pretenda colocar. En el país hay ocho corredoras activas y dos titularizadoras.
Según sea el caso, estas entidades se convierten en un aliado estratégico para el emisor, porque es quien le ayudará a estructurar la emisión, según sus necesidades y capacidades financieras. El siguiente movimiento es obtener una calificación de riesgo, su importancia radica en que de esta dependerá el rendimiento que pague el emisor al inversionista.
Con estos pasos la casa corredora solicita inscribir la emisión en la Superintendencia del Sistema Financiero (SSF). El supervisor cuenta con 15 días para efectuar observaciones a la documentación presentada. Pasado este punto, la emisión ha sido anotada en el Registro Público Bursátil y posee un asiento. Es entonces cuando la documentación llega a la bolsa en busca de una segunda aprobación para poderse negociar.
La Junta Directiva de la BVES puede hacer observaciones adicionales y esperar a que estas se resuelvan para entonces aprobarse la emisión. Una vez aprobada por la Bolsa esta lleva la documentación a la Central de Depósitos de Valores (CEDEVAL).
Entonces la empresa está lista para emitir, ese es el último paso. Para hacerlo la casa corredora deberá informar tres días antes a la Bolsa para que esta le dé de alta en el Sistema Electrónico de Negociación (SEN). “El día de la emisión, inversor y emisor están listos para negociar en bolsa y obtener lo que buscan: liquidez y rendimiento”, resume Javier Mayora, gerente general de la BVES.
En un escenario ideal este proceso no debería demorar más de tres semanas. Sin embargo, el tiempo promedio que transcurre en este proceso de seis pasos es de 90 días. Eso sí, expone Mayora, “los tiempos se han mejorado gracias a la reformas que se hicieron”.

En el resto de la región, el promedio de tiempo en la estructuración de una emisión no lleva más de 60 días.
“En conjunto con la superintendencia y la Bolsa se lograron reformas como que ellos solo hagan observaciones una vez en un plazo de 15 días”, señala.
El objetivo final es que los emisores vean el atractivo de los valores para financiarse, y el de los compradores es que vean el potencial de rentabilidad que hay en este tipo de inversiones.
Francisco Santa Cruz, gerente para Centroamérica de Pacific Credit Rating (PCR), coincide en que en los últimos años el mercado ha hecho esfuerzos por mejorar los tiempos, pero el proceso aún se califica de extenso. Una solución podría ser la creación de comités técnicos en los que participen todos los involucrados y se aborden las dudas existentes.
“Los tiempos son fundamentales en la colocación de emisiones en el mercado porque de este dependen que se aprovechen o no oportunidades como las tasas”, destaca Santa Cruz.


Un análisis integral
Una de las claves en el proceso de la estructuración de una emisión de valores es aplicar un análisis integral de 360 grados para evaluar todas las variables, comenzando por lo interno, explica Roberto Erroa, presidente de la Asociación Salvadoreña de Intermediarios Bursátiles (ASIB).
“Una emisión es como una boda que se celebra el día de la colocación. Pero para que la novia (el emisor) enamore al inversionista hay que llevarla a un punto aceptable”, ejemplifica Erroa.
“La empresa emisora requiere de un estado o condición atractivo para cuando vaya al mercado en busca de financiamiento sea bien recibida, de no hacerlo podría correr el riesgo de no contar con el flujo de inversionistas deseados, o, en el peor de los casos, que este le penalice pidiendo altas tasas de rendimiento”, agrega. Para no correr con esa suerte es necesario que la empresa suba su estándar de calidad y posea un estado financiero robusto.
Tras ese punto de partida, el emisor bien podría emprender a hacer la solicitud oficial a la SSF. Sin embargo, Erroa llama la atención y señala que el estructurador (casa o titularizadora) ha debido previamente acompañar a la empresa en una evaluación de coyuntura de mercado. En esta evaluación o análisis intervienen variables como las condiciones de liquidez del mercado local, la situación política del país, las condiciones de las tasas, el entorno de competencia y el entorno internacional.
De esta manera el emisor tendrá claro cuándo es el mejor momento para hacer la colocación, el plazo al que sería más conveniente emitir, si con una tasa variable o fija, entre otros factores que solo revela un análisis integral.
Finalmente, Erroa agrega que un punto clave antes de establecer la fecha de la emisión es conocer de primera mano el apetito del inversor.
Para ello la casa corredora y el gerente financiero de la empresa pueden acercarse a los potenciales inversores y escuchar su opinión sobre el atractivo de la emisión. Ahora solo le resta animarse a buscar financiamiento en el mercado bursátil.

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